En la entrada de ayer ya salieron muchos relojes y hoy os hablaré de Lucas.
Lucas es una persona que tiene sus
obsesiones, como todos. Porque que levante la mano quien no las tenga. Seguro
que tú eres de los que no hace más que almacenar fotos y fotos en tu ordenador.
O eres de los que no te resistes a comprar unas zapatillas nuevas, aunque no
las necesites y las tengas de todos los colores y marcas. Seguro que conoces la
obsesión de tu marido por los coches. O la de tu cuñado, por ese equipo de
fútbol al que no soportas. En fin, que todos tenemos alguna obsesión cuando
menos.
Y algunas no tienen explicación,
otras sí.
La de Lucas, son los relojes. No
puede salir de viaje sin regresar con uno. Incluso a veces en su propia ciudad
durante un paseo si desde el escaparate le llaman la atención el giro de unas
saetas determinadas, o el parpadeo de los números marcando las horas. Porque a
priori le da igual el modelo, la antigüedad, si va con pilas, si es de arena.
Hay que decir que a diferencia de
los coleccionistas, Lucas no los guarda. Cuando llega a casa, con una nueva
adquisición, en silencio, va a su habitación y espera a que empiece a
anochecer. Lo coloca sobre la cama y si es digital retrasa la hora hasta alcanzar
la que él busca y si es analógico hace girar las saetas en sentido contrario,
también hasta donde quiere. Posteriormente, se duerme y si al día siguiente no
ha tenido efecto, tira el reloj a la basura.
Por la misma razón que los tira,
no puede llevar nunca un reloj de pulsera, porque los prueba y al ver que no
tiene éxito en lo que busca, los desecha como todos los demás.
Al final es demasiado gasto el que
conlleva mantener su obsesión y su búsqueda. Tanto que lleva varios años sin
irse de vacaciones. Sin darse un capricho. Sin salir de fiesta. Sin arreglarse.
Son los mismos años desde que su mujer se fue, “que ya no sentía nada por él”,
“que no había nadie más, pero que no era feliz”. Y desde entonces Lucas no hace
más que buscar la manera de retroceder en el tiempo para amanecer junto a ella
como si nada.
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