El verano acaba con la vuelta al
cole independientemente de si hace todavía calor o no. Para unos habrá sido un
periodo corto, para otros demasiado largo, como siempre, según el color del
cristal con el que se mire. Tanto para unos y como para otros habrá pasado y
tras dos meses y medio de vacaciones toca volver a retomar ciertas rutinas.
En todas las casas donde hay niños
en edad escolar, la primera mañana, se respira sueño por el madrugón,
nerviosismo por los preparativos, ajetreo por los nuevos horarios y algunos
gritos que chocan y retumban por las paredes del edificio mezclándose con los
gritos de otros vecinos.
Los barrios se llenan de coches y
circular cerca de los centros escolares crispan a muchos conductores. También a
los que no tienen hijos en edad escolar y coinciden sus horarios con las
entradas y salidas de los mismos. Es un sinvivir.
A la llegada se multiplican los
reencuentros, mientras los hijos esperan, los padres y madres se saludan como
si hiciera años que no se ven. Es todo alegría y gran efusividad. –“¡Nos ha tocado en la misma clase!”-
gritan unas madres. Se abrazan dos padres, estos felices como ninguno por
recobrar un poco de tiempo libre. –“¡Qué
morena estás!”- envidia otra. –“Te ha
sentado bien el veranito”- suelta otro con risa maliciosa. Y muchos quedan
para después a tomar ese primer café de la tranquilidad, ese café que disfrutarán
como hacía 2 meses y medio que no podían.
Los críos esperan en
las filas a que los profesores salgan al encuentro, seguramente temerosos ante
lo que se les viene encima. A veces el primero en salir es el novato, otras la
profe sargento que látigo en mano dirige su seria mirada a las fierecillas. Minutos
después el patio se vacía y solo queda algún rezagado al que se le han pegado
las sábanas.
Un nuevo curso da comienzo. The show must go on- como decía Freddie
Mercury.
Es el comienzo de "otras vacaciones "para los papis jaja
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