martes, 5 de septiembre de 2023

La moda del Papa

 



Hay días en la vida, en la mía, que sin saber las razones me llaman la atención unas noticias sobre otras, me fijo en detalles que en otros momentos pasarían desapercibidos. Y no es por ejemplo que tenga hambre y el rugir de mis estómagos (así me los creo por su fuerza y sonoridad, no porque sea un rumiante cualquiera) me conduzcan a las imágenes de comidas, de asados brillantes con sus pataticas o hacia dulces de chocolates de colores. Es distinto. Podría ser el azar, la casualidad, mera elección de un camino y no otro. No lo sé.

El caso es que sin saber de dónde vengo, ni a dónde iba, hoy me fijo en una foto del Papa, esa figura tan determinante para los católicos del mundo, nada para mí salvo ser consciente de lo que para los anteriores significa.

En ella se ve a Francisco, el Sumo Pontífice, andar tranquilamente, como cualquier joven, con las manos dentro de los bolsillos de un plumas, más blanco y brillante que su solideo.  Con un crucifijo grande colgando y unas zapatillas deportivas blancas también, creo que de marca nike.

Lo primero que pienso es “¡no puede ser!". Seguido me digo “¿y por qué no?. Míralo qué moderno, cómo trata de atraer a la Iglesia a los jóvenes". Al segundo, dudo, me froto los ojos, parece un spot publicitario de algún rapero… pero está tan logrado.

Al leer la noticia, que es de hace unos meses ya pero cuando se viralizó no me debió llamar la atención porque me la perdí, salgo de dudas. La maldita I.A., eso que llaman Inteligencia Artificial, que aún no sé con exactitud en qué consiste, puesto que salvo alguna pincelada nadie me lo sabe explicar bien, está detrás de semejante creación. Concretamente la inteligencia artificial de Midjourney, aplicación especializada en la generación de imágenes realistas a solicitud de los usuarios. Todo falso y retocado.

Qué tiempos más extraños se nos están quedando. Ya no podemos estar seguros de nada, se crean realidades paralelas, falsas, como algunas canciones que sacan ahora que también me he enterado de que se pueden componer, de autores fallecidos o no, sin consentimiento alguno a partir de pequeños fragmentos de sus voces.

¡Qué sinvivir!

 

 


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