Generalmente duermo bien, no me
cuesta mucho conciliar el sueño. Pero anoche no iba a ser así.
A lo largo de la tarde fue
incrementándose un dolor de cuello producido por un mal gesto en el partido de
tenis de la mañana, de tal manera que mi mujer me aplicó un masaje con calmante
en la zona, antes de cenar, en un intento de disminuir mis molestias. El alivio
fue transitorio porque a la hora de ir a dormir el dolor aumentó de nuevo impidiéndome
apoyar la cabeza con comodidad en la almohada de la cama. Con la cabeza hacia
un lado, mal; hacia el otro también, de frente peor. Con un cojín, con almohada
y cojín, sin nada, toda combinación daba mal resultado.
Cuando tras varios intentos de
cerrar los ojos y engañar al dolor, vi que era imposible, me levanté a por un
ibuprofeno y nueva aplicación de masaje con más calmante.
Parecía que esta vez ayudado, quizá
por el cansancio, iba a poder quedarme frito, un inoportuno mosquito sobrevoló
mis oídos con el fastidio que supone. Creo que lo llegué a ver en un par de
pasadas pero no logré estamparlo entre mis manos. Al menos debió sentirse amenazado
porque no lo volví a notar y conseguí
olvidarme de su existencia.
10 minutos llevaba dormido cuando
ahora la activación de mi portátil puso en marcha un video del youtube a todo
volumen. ¡Joder qué susto! Vaya inicio de noche. Que sinvivir. Y vuelta a
intentar conciliar el sueño.
Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz……..
De repente me vi en la meta del Angliru,
pedaleando junto a Perico Delgado y otro señor que decía que se veía desde allí
el mar, pero que en días de niebla no, y que lo que sí se veía según Perico era
Oviedo y Gijón y justo lo dice y a mi lado aparecen dos excompañeros de trabajo,
a los que no veo hace muchos años, que uno era de Oviedo y otro de Gijón y yo
digo que esto qué sentido tiene y me acabo despertando una vez más en esta
noche de imposible descanso.
Insisto: - ¿Algún psicólogo en la sala?
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